2011-11-16
LOS CACHORROS
LOS CACHORROS
Como en la mayor parte de los carnívoros, también los cachorros del perro nacen ciegos y sordos, pero con el sentido del olfato perfectamente desarrollado para así poder reconocer el pezón y empezar a mamar la leche materna al poco después de nacer.
Un criador experto sabe como manejar, con los debidos cuidados, a un cachorro y el hecho de ser olfateado forma parte de un correcto imprinting. De esta manera el perro se habituará enseguida a memorizar las sensaciones de contacto y los olores distintos a los de su madre y de sus hermanos de camada.
La perra lame el abdomen del cachorro para estimular la evacuación intestinal que en los primeros días de vida no es espontánea
Pasados 10 ó 12 días del nacimiento los ojos se le empezarán a abrir, pero serán necesarios 2 ó 3 días antes de que se complete la apertura de la rima palpebral.
También el conducto auditivo se abrirá gradualmente y se le empezará a hablar al cachorro para habituarle a nuestra voz.
La actividad lúdica del perro representa una fase importante del crecimiento incluso desde el punto de vista psíquico. Instrumentos de juego específicos o una pelota de goma con dimensiones adecuadas (ya que se la puede tragar) deberán estar siempre al alcance de los cachorros de modo que puedan jugar libremente y perseguirse el uno al otro. Es característica la actitud del cachorro ya que al coger cualquier cosa con la boca llama la atención de los hermanitos, haciéndoles correr e ir detrás suyo.
También puede suceder que el cachorro coja la mano del dueño para así invitarle a jugar; en este caso se puede complacer al perro pero siempre moderadamente, y así evitar una desviación del código normal de conducta.
El destete de la camada tiene lugar gradualmente, poco antes de los 30 días.
Sin embargo el cachorro no debe abandonar el criadero antes de los 60 días de vida, es decir, una vez que el periodo de lactancia ha llegado fisiológicamente a termine.
A esa edad el cachorro ya estará desparasitado y vacunado, y la separación de la madre y de los hermanos será del todo natural. Desde ese momento será indispensable impartirle la educación necesaria para una feliz convivencia, propiciada por una óptima relación afectiva entre el perro y el dueño.
No se debe olvidar que si un perro corre a nuestra llamada es porque nos quiere y por lo tanto, cuando hace bien lo que nosotros le hemos pedido, es justo recompensarlo con una acaricia o a través de la voz. Pasear con la correa al lado de su dueño es una de las primeras cosas que debemos enseñar a nuestro nuevo amigo.
El collar puede ser de cuero, pero en los casos de ejemplares de grandes dimensiones, la elección más adecuada es la cadena formada por pequeños anillos unidos entre sí de manera que no se puedan soltar. Cuando se ponga por primera vez el collar al cachorro, le acariciaremos y le hablaremos con voz persuasiva para así limitar la posible incomodidad debida a la novedad. Después se enganchará la correa y, siempre con voz persuasiva y de manera afectuosa, se le llamará por el nombre, diciéndole que se acerque.
En la primera reacción, el cachorro incluso podrá ir en dirección opuesta, pero con un poco de paciencia obedecerá. Es fundamental no cansarlo y, por lo tanto, en las primeras ocasiones este sencillo pero importante ejercicio tendrá una duración muy breve.
Los progresos serán rápidos y para enseñar al perro a no tirar cuando camina sujeto, se deberá tirar ligeramente hacia atrás la correa y a su vez irá precedido de una orden. El perro deberá caminar a la izquierda del dueño y cuando se cambie de dirección, se estará atento para señalarselo llamándolo por su nombre.